En diversos países del mundo es muy común, muy popular las visitas turísticas a cementerios, donde grupos viajan a los camposantos para admirar los panteones, las capillas, las esculturas, arquitectura, la simbología funeraria, el arte público, los sentimientos expresados a través de epitafios y visitar tumbas de personalidades reconocidas. Algunos cementerios son ciertamente museos de arte, por su rica arquitectura e historia. Puerto Rico posee varios que bién pueden entrar en esa categoría de museo o solitaria biblioteca por la riqueza historica que guarda. Los siguientes camposantos, han sido señalados como los que mejor conservan su carácter original. Aguadilla, Arecibo, Arroyo, Caguas, Coamo, Fajardo, Manatí, Mayagüez, Ponce, San Germán, San Juan, Yauco.
Hoy, kooltourActiva le invita a Touristear y conocer la arquitectura funeraria.
En la antigüedad, según la Arquitecta Mildred González Valentín existía la tradición de enterrar a los muertos en el campo inmediato a la iglesia y otros sectores destinados para estos propósitos en la propiedad de los individuos. Luego, por Real Decreto del 13 de noviembre de 1813, el cementerio del pueblo debía ser localizado a sotavento (término marinero. Hacia dónde el viento se dirige se llama sotavento) de la población. En el 1814, se pedía el traslado del cementerio a un sitio más apropiado.
En Puerto Rico, durante la época española los feligreses eran enterrados en la iglesia o en el atrio. Con la venida de las leyes de higiene de Los Borbones, se establecieron camposantos fuera de la ciudad para depositar los cadáveres. Se hicieron nichos, panteones externos y en la modernidad panteones subterráneos.
La colonización española de Puerto Rico comenzó en 1508, cuando Juan Ponce de León desembarcó en la costa oeste de la isla para explorarla y colonizarla. Según el portal edicionesdigitales.info del Dr. José A. Mari Mut, del Recinto Universitario de Mayagüez;
Antiguo Cementerio Municipal de San Sebastián, memoria histórica del Pepino
El Antiguo Cementerio Municipal de San Sebastián del Pepino, localizado en la Calle Segundo Ruíz Belvis, inició sus funciones en 1826 y terminó de construirse en 1863. Por su gran valor histórico y arquitectónico, mediante la ley 158 del 9 de agosto de 2016 se declara sitio histórico y se incluye en el Registro de Sitios y Zonas Históricas de Puerto Rico. Según la Junta de Planificación de Puerto Rico (JP), cuenta con un área superficial de 10073.9225 metros cuadrados, lo que equivale a una hectárea.
Su importante arquitectura funeraria, ha sido descrita por la Arquitecta Mildred González Valentín, quien labora en la División de Patrimonio Histórico del Oeste del Instituto de Cultura Puertorriqueña, de la siguiente forma:
“El pequeño cementerio cuenta con una calle estrecha de circulación principal localizada al centro del lote la cual cubre todo el largo del mismo y posee a ambos lados una siembra de crotos amarillos y rojos que enfatizan la circulación. A cada lado se distribuyen una serie de panteones, tumbas y nichos. En el 1915 se construye bajo la administración del alcalde Manuel Rivera Negroni, una capilla al centro del cementerio. Este es un edificio de una planta de forma rectangular con paredes exteriores de cemento armado e interiores de madera con dos departamentos, uno para la sala de autopsia y otro para el depósito de cadáveres. Su fachada asimétrica fue diseñada en un sencillo estilo neoclásico y se caracteriza por el uso de pilastras, retalles y cornisa con parapeto. Tras sus altos muros y pórtico neoclásico conserva un recinto especial que también nos habla, a través de sus tumbas, panteones, nichos y esculturas de una parte de la historia de San Sebastián”. Su verja frontal es una muralla de mampostería, fue construida en 1863.
Este camposanto tiene un gran valor arquitectónico, puesto que allí se plasman estilos del siglo 19 y refleja de cierta forma, el estilo de vida de los pobladores de esa época. Allí descansan personas que aportaron de diversas maneras al desarrollo socioeconómico y cultural del municipio y del País en general, así como algunas de sus personalidades ilustres. Generaciones de familias, personajes distinguidos, la religión, clases sociales, entre otros son aspectos que se pueden reconocer a través de su arquitectura funeraria, y otras artes a fines con la escultura.
Sobre este aspecto y la importancia de su conservación, citamos la opinión de la Dra. Helen Santiago Méndez, historiadora, plasmada en la Ley que lo declara lugar histórico:
“Preservar el antiguo cementerio es preservar la memoria de la realidad social y económica de un pueblo del interior de la Isla, donde el desarrollo económico tardío -respecto a la costa azucarera-, basado en la industria del café, le permitió unirse a la marcha de la “civilización” y la “cultura”. En cada uno de sus panteones pueden identificarse las familias que más se beneficiaron de la época dorada del café en Puerto Rico (1870-1898) y cuyos apellidos todavía eran reconocidos por la población un siglo después. La mayor parte de esas familias pueden trazar su ascendencia a la llegada de un español al pueblo en el siglo 19”.
Su paredes guardan la memoria histórica del Pepino, vigilando el lugar donde descansan los restos de insignes personalidades de las artes, cultura y demás disciplinas que impactan la evolución de la sociedad pepiniana como don Andrés Méndez Liciaga(primer historiador pepiniano y padre de Manuel Méndez Ballester), Narciso Rabell Cabrero(alcalde de San Sebastián), Cecilio Echeandíay Severo Arana, entre otros.
KTA / 2017