Puerto Rico es pródigo en artesanos extraordinarios. Me atrevo asegurar que, considerando nuestra extensión territorial, en lo que a esta materia respecta, supera en cantidad a cualquier otra nación en el mundo. Pero, entre los tantísimos con que contamos, hay uno que sobresale de manera muy particular, por ser único: Roberto Antonio Cortés Santiago. De repente, su trabajo nos impulsa a establecer cierta similitud con la obra del consagrado escultor colombiano Fernando Botero. Porque si éste cimentó su prestigio mundial enfocado en la creación de figuras muy obesas, el artista que ahora les presentamos ya ocupa un espacio en la Enciclopedia Guinness de Récords Mundiales por haber creado el Pandero Más Grande del Mundo (mide 6‘ 2” X 14”) y tiene en proceso la segura inclusión de otros once enormes instrumentos de Percusión caribeña en tan importante publicación.
A Roberto Antonio preferimos identificarlo como artista en lugar de, simplemente, artesano, pues también es dibujante y cultiva otras disciplinas de las Artes Plásticas. La realidad, claro está, es que se le reconoce mucho más como artesano creador de instrumentos gigantescos con fines de exhibición. Tan alto nivel ha alcanzado en sus especialidades, que habiéndose formado de manera autodidáctica, en determinadas etapas ha ejercido como profesor de Arte.
“Recibí la certificación de Guinness por el Pandero Más Grande del Mundo el 14 de octubre de 2010. Y los editores de esa Enciclopedia ya están analizando la posibilidad de incluir también los barriles de bomba, los bongoes, el cencerro, el chékere, las congas, el güiro y la tambora dominicana. Las normas que ellos han establecido requieren de un proceso que es un poquito largo, pues tienen que averiguar y estar seguros de que no existe otro igual o más grande en otra parte del mundo. También reservan cierto tiempo para dar cabida a otro artesano que pueda reclamar ser considerado por una obra similar después que uno ha sometido su trabajo. Por cada instrumento, ese período fluctúa entre uno y dos años”, explica nuestro entrevistado, nacido en Aibonito, el 21 de octubre de 1950, pero residente en Cayey desde hace muchos años.
KTA- ¿A qué sientes esta inclinación por elaborar estos instrumentos tan enormes? ¿Acaso también eres músico? ¿Te fascinan los ritmos afrocaribeños?
“Exactamente. Me considero salsero, me encantan la bomba y la plena y siempre he sido fanático de la percusión”.
KTA- ¿Cuáles son tus materiales predilectos para trabajar?
“Prefiero trabajar sobre cedro rojo y capá prieto. Para los tambores, usé cuero de vaca”.
Nuestro entrevistado ha mostrado sus obras en varias exposiciones individuales y colectivas, todas realizadas aquí. Entre ellas: Sexta Colectiva de Artistas del Valle del Turabo (2005); Exposición en Plaza Las Américas (2007 y 2009); La Música en el Cartel Puertorriqueño en el Museo de Arte Doctor Pío López Martínez en el Recinto de Cayey de la Universidad de Puerto Rico (2007) y, más recientemente, la titulada Formas gigantes en la percusión antillana presentada en el Centro Musical Criollo José Ignacio Quintón, en Caguas, entre el 2 de septiembre y el 29 de octubre.
KTA- ¿Te ha surgido la posibilidad de llevar esta muestra al extranjero?
“Varias instituciones de Estados Unidos y otros países me han manifestado ese interés. Todavía no se ha logrado. Entiendo que no es fácil, por lo costoso que resulta. Para trasladar estos instrumentos se requieren furgones y cuidados especiales. Como todas las obras de arte, son delicadas”.
KTA- En términos económicos, ¿en cuánto estimas el valor de estos instrumentos?
“Un especialista cotizó la exhibición completa en $300,000. Pero, el valor de la colección irá aumentando a medida que cada instrumento sea reconocido, oficialmente, como el más grande del mundo por los editores de Guinness”.
KTA- ¿Has considerado la posibilidad de establecer tu propio museo?
“Me encantaría y siempre he querido algo así. Durante los años ‘60 tuve el Taller Alacrán, que era algo parecido, además de mi centro de trabajo”.
KTA- ¿Cuál es tu meta como artista?
“La aceptación con que el pueblo ha aceptado mi trabajo me hace sentir muy satisfecho y orgulloso. Lo más que deseo es que Puerto Rico sea reconocido a nivel mundial como una cantera de artistas capaces de crear obras novedosas. Muy distintas a las que se realizan en otros países”.