Este puertorriqueño (n. en Harlem, Nueva York, abril 17, 1932 m. en Teanek, Nueva Jersey, EE.UU, septiembre 19, 2010), hijo de mayagüezanos, es reconocido, casi unánimemente, como el más autorizado historiador del movimiento salsero de Nueva York. Cuando contaba ocho años, comenzó a familiarizarse con la música de Xavier Cugat, Enrique Madriguera, Noro Morales y otras orquestas de la época a través de los discos que su padre llevaba al hogar. A tal punto llegó su pasión por los ritmos antillanos que, poco más tarde, inició la que con el transcurrir del tiempo sería una inmensa colección de grabaciones e inmenso archivo de memorabilia sobre sus intérpretes. Sin embargo, a lo largo de toda su adolescencia y temprana adultez (1944-1954), otra  de sus pasiones coparía su atención: el boxeo, habiéndose destacado como peleador aficionado en el peso pluma (126 libras).

Posteriormente, Maximiliano «Max» Salazar Silva quien, por alguna razón, nunca se motivó a convertirse en músico solía narrar que su pasión por los ritmos afrocaribeños le afloró cuando contaba nueve años a raíz de haber escuchado, a través de la radio, las grabaciones de Anna Borocco Tinde interpretada por Xavier Cugat y su Orquesta con el portentoso cantante rumbero Miguelito Valdés «Mister Babalú», Sopa de pichón, de Machito & His Afro Cubans en voz de Graciela y, sobre todo, Serenata rítmica, de Noro Morales que, según sus palabras, “me volvieron loquito”. A lo largo de su vida y tras cumplir el servicio militar durante el conflicto bélico de Korea período durante el cual fue paracaidista asignado a la División de Aerotransporte Núm. 82, en una base de Carolina del Norte y de cursar estudios de Literatura Inglesa en la City University of New York (CUNY), mismos que proseguiría pocos años más tarde en la Universidad Columbia, desempeñó varias funciones para procurarse el sustento. Por ejemplo, ejerció el cargo de director del Servicio de Asistencia Comercial en el Departamento de Comercio de la Alcaldía de Nueva York durante la incumbencia de John Lindsay (1968-1975) y, luego, fue operador de computadoras en el Centro Médico Presbiteriano Columbia.

En el interín, colaboró con artículos y entrevistas en la revista Latin New York, dirigida por Pedro Ríos (1968-1973). Tras la desaparición de esta publicación y el casi inmediato surgimiento de otra, con el mismo nombre, bajo la dirección de Izzy Sanabria, se sumó al equipo de redactores de esta, convirtiéndose en su principal baluarte durante los doce años que mantuvo su vigencia (1973-1985). Para aquellas fechas, además, colaboró con otra revista neoyorkina llamada Nuestro. Y, posteriormente, aportó artículos, entrevistas y reseñas a Village Voice, Billboard, Clave, Impacto, Melody Maker, Mira y Musician.

Exactamente el 24 de octubre de 1974, Max Salazar instituyó el programa radial The Latin Musicians Show, que iba al aire a través de WBAI 99.5 FM, de 2:00 a 4:00 de la tarde. Relataba que agradecía su entrada a este medio a su amigo, el ya destacado disc-jockey Carlos De Jesús, quien entonces también era su compañero de estudios en el City College de la Universidad Columbia. Resulta que Carlos mantenía dos audiciones musicales, una en la mencionada emisora y otro en la WKCR 89.9 FM, estación oficial del referido plantel nniversitario. Debido a que no disponía de tiempo para cumplir con ambos espacios y conciente de que nuestro biografiado era un gran conocedor del mundillo musical latino, le ofreció el de la WBAI. Allí permaneció hasta que, a partir de 1980 y hasta febrero de 1989, mantuvo su programa en la universitaria WKCR 89.9 FM. En esta planta animó, igualmente, la audición mensual Jazz Profiles (1:00 a 6:00 PM), que se emitía los domingos. Por otro lado, Max Salazar colaboró ocasionalmente con la prestigiosa revista discográfica Billboard desde 1985. Y, desde enero de 1990 fecha en que se editó el primer número fue articulista permanente de la importante revista Latin Beat, que otro boricua, Rudy Mangual, fundó y dirige en Los Ángeles. Ese mismo año empezó a colaborar también con Latin Times.

Este irremediable musicómano y extraordinario cronista de la música antillana fue frecuente conferenciante en instituciones tan prestigiosas como el Smithsonian Institute of American History, en Washington, DC; el Recinto de Los Ángeles de la Universidad de California (UCLA); el Hostos Community College en Bronx, Nueva York, etc. Fue receptor de múltiples galardones y reconocimientos.

El saxofonista, percusionista y director de orquesta Johnny Blass le dedicó su composición Mambo to the Max, que incluyó en el álbum Mambo 2000 (BCD-812), lanzado en 1998. El 1 de diciembre de 2002, la editorial Schirmer Trade Books le publicó su obra Mambo Kingdom: Latin Music in New York, colección de ensayos sobre la historia y evolución de la música afrocaribeña y las trayectorias de sus exponentes más representativos. Casi al final de su vida, delegó la recopilación de sus centenares de escritos a la Latin Jazz Society.

 

M.L.O. / KTA.
Diciembre de 2010.

 

 

 

 

 

 

 

 

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