Wiso Santiago (n. en Comerío, febrero 2, 1931 - m. en Bayamón, septiembre 18, 1989) no necesitó del respaldo de una discografía ni de escenarios encopetados para ganarse la admiración y el respeto de los amantes de la canción campesina puertorriqueña. Humildemente desarrolló su actividad artística participando en audiciones radiales independientes junto a su hermano, el también destacado trovador Miguel Santiago Díaz. Los conocedores lo describirían como uno de los más emotivos que ha surgido en la trova nacional. Y, la mejor referencia que citan para comprobarlo es su insuperable interpretación de La loma del tamarindo, obra suya destinada a convertirse en estándar. La misma fue concebida dentro del estilo denominado cante jondo viequense.
Irónicamente, Ángel Luis «Wiso» Santiago Rodríguez no logró su sueño de escuchar su propia voz registrarla en un álbum. Porque se encontraba en pleno proceso de grabación cuando falleció. Pero, al menos sí llegó a grabarla y una copia de la cinta recibió intensa difusión a través de la emisora WIAC 740 AM, donde en 1978 - junto a Miguel - instituyó el programa Ecos de Borinquen, emitido cada domingo de 1:00 a 2:00 de la tarde. Sí tuvo la dicha de que el famoso Odilio González se la estrenara en el disco (Velvet, 1980) y que El Gran Combo, en voz de Charlie Aponte, la incluyera en su producción Innovations (Combo, RCSLP-2043), convirtiéndola en su jitazo de 1985. Esta organización, mundialmente aclamada, volvió a incluir La loma del tamarindo, esta vez vocalizada por Andrés Jiménez «El Jíbaro», en su álbum Los 40 del Gran Combo (Disco Hit, DHCD-5001), editado en el 2002.
Mientras tanto, en el interín, este tema fue objeto de otras versiones discográficas. Entre ellas, la aportada por Fruko y sus Tesos en voz de Wilson Manyoma «Saoko», en Colombia (Fuentes, 1994); José Raúl Marrero y Los Cantores de Bayamón (Disco Hit, DHCD-8146) en 1997. Igualmente, su hermano Miguel - frente a su Conjunto Ecos de Borinquen - la incluyó en su álbum Jíbaro hasta el hueso (Smithsonian Institute, 2003), que cobró trascendencia histórica al ser el primero de música campesina de nuestra patria en nominarse al premio Grammy.
Este gran artista era hijo de Miguel Santiago y Marina Rodríguez. Su padre, también trovador, le inculcó la pasión por la canción jíbara. A la edad de diez años ya participaba en funciones musicales y, desde los quince, actuó en numerosos audiciones radiales. Ya adulto, alternó su actividad artística con diversos empleos. Luego, durante largos años y hasta sus últimos días, trabajó en el Departamento de Mercadeo de la Agencia de Publicaciones de Puerto Rico (distribuidora de revistas).
La loma del tamarindo
Recuerdo que en mi niñez
con mi viejo trabajaba
y éste a la vez me enseñaba
cuánto valia la honradez.
E íbamos de cuando en vez
a la casa de Gumersindo
y éste decia "yo colindo
con la finca del tío Pedro"
me sirve de punto un cedro y
la loma del tamarindo.
Recuerdo cuando Valente,
que el tabaco matraqueaba
y a la misma vez cantaba
una décima elocuente.
Y yo muy tranquilamente
me subo al rancho y lo guindo,
porque se veia mas lindo
despues que estaba guinda'o
y miraba hacia el otro la'o
la loma del tamarindo.
Recuerdas el juego de bola
en donde vivia Zenón,
que abandonó la región
y dejó la estancia sola.
Te acuerdas de Doña Lola,
de Cheo Canto y de Pinto,
del gallo blanco Florindo
que cantaba en el corral,
pero ya no me luce igual
la loma del tamarindo.
Y yo no olvido con cuanto afán
mi buen viejo trabajaba,
día y noche se fajaba
para conseguir el pán.
"Las cosas buenas no están"
decia, "pero no me rindo"
y yo tampoco precindo
de los días de mi infancia,
aunque perdió su elegancia
la loma del tamarindo.