El presente mes de abril comenzó dejando una nota de tristeza entre aquellos que tuvieron la dicha de conocer a don Rodolfo Luis Cruz Contreras (n. en San Sebastián del Pepino, noviembre 3, 1926 - m. en Guaynabo, abril 1, 2013), a quien sus familiares y allegados apodaban cariñosamente «Canyí»… o «Cangee», según se indicó en par de esquelas aparecidas en la Prensa. Se trata de un talentoso y polifacético compatriota que, a lo largo de su fructífera existencia, se destacó como educador, abogado, escritor y, sobre todo, guitarrista de alto nivel.
La música fue su gran pasión. De hecho, la vocación por el arte del pentagrama le afloró durante la infancia, habiendo iniciado el aprendizaje del instrumento a que se consagró, de manera autodidáctica, cuando apenas contaba siete años de edad. Luego lo estudiaría formalmente.
Era hijo del matrimonio que formaron el también educador y escritor Rodolfo «Fito» Cruz Ríos y Gloria Contreras. Tras completar sus grados escolares regulares en la Academia Santa Rita, ingresó en la Universidad de Puerto Rico, donde obtuvo Bachillerato en Artes con especialidad en Ciencias Sociales. Durante aquella etapa, presidió el Centro Universitario Católico, dirigió el periódico literario y estudiantil Verbum y se desempeñó como redactor de otro llamado Patria. Seguidamente, ejerció el magisterio en escuelas públicas de su natal San Sebastián del Pepino, Aguada y Moca, así como en el Colegio San José, en Río Piedras. Hacia 1950 colaboró de manera significativa en la fundación de la Sociedad Puertorriqueña de la Guitarra.
A la par con su labor pedagógica, nuestro biografiado realizó estudios de Leyes avalados por la Universidad de Miami, Florida. Obtuvo el título de abogado en junio de 1952 y, un mes más tarde, revalidó para la práctica de esta carrera en Estados Unidos. No obstante, fue en su tierra donde desarrolló su historial profesional en ese campo, habiéndose desempeñado como juez e, incluso, ejerció el cargo de presidente del Colegio de Abogados de Puerto Rico durante el período 1968-1970. Para entonces, ya hacía mucho tiempo que era miembro prominente de la Orden Caballeros de Colón, del Consejo San Juan Bautista y de la Fraternidad Delta Theta Phi.
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