José Luis Moneró (1921-2011): verdadero milagro
de longevidad artítica y de supervivencia

José Luis Moneró ( n. en Juncos, abril 6, 1921 – m. en Caguas, febrero 15, 2011) no sólo constituyó un verdadero milagro de longevidad en el ambiente artístico puertorriqueño, sino también de supervivencia. Porque aunque echaremos de menos su presencia física, este cantante irrepetible, destinado a la inmortalidad, fue capaz de sobreponerse a un padecimiento de alcoholismo tan crónico, que llegó a ser desahuciado por los médicos mientras, irónicamente, vivía su etapa artística más esplendorosa en Nueva York.
Lo increíble de su caso fue que no atravesó períodos prolongados de recuperación alejado de los escenarios, pues jamás dejó de cantar. Mientras sufría el infierno de la esclavitud ante el licor, se casó varias veces (enlaces que, obviamente, resultarían efímeros) – ¡escuchó la Epístola de San Pablo en ocho oportunidades! –, se graduó del Conservatorio de la Universidad de Columbia (especializándose en Trompeta y Orquestación) y continuó grabando con diversas orquestas y con la propia. En una de las varias entrevistas que nos concediera reveló que, su condición de alcohólico era tan grave, que hasta olvidó totalmente los nombres de par de las mujeres con quienes llegó a casarse. De una de ellas sólo recordaba que “era italiana”.
Conincidió con su amigo, el igualmente legendario cantante
Johnny Albino, en la Redacción de la Revista Artistas en noviembre de 1998.
De vuelta a su patria en 1960, tras haber formado parte de las orquestas de Alberto Iznaga, Don Maya, Noro Morales, José Curbelo y la de Xavier Cugat (1944-1946) – entonces cotizada como la más famosas del mundo, gracias a sus apareciones en películas de la Metro Goldwyn Mayer (MGM), en Hollywood – y de trabajar de manera intermitente con otras a lo largo de gran parte de la década de los ‘40 y toda la sanguine (1950-1959), pronto encontró acomodo como director artístico de Discos Mar-Vela y casi de inmediato formó su Súper Orquesta Original, cuyo repertorio se nutría, básicamente, del mismo que lo consagrara durante su inolvidable pasantía por la orquesta de Rafael Muñoz, la oficial del mítico Escambrón Beach Club, durante el período 1938-1941 y la más estelar de Puerto Rico durante la primera mitad del Siglo 20.
Mantuvo sus facultades vocales en condiciones
admirables hasta el final de su vida.
En voz de José Luis Moneró, sin duda el último de los grandes boleristas puertorriqueños de la Época de Oro de la canción romántica en nuestro país, se popularizaron, durante aquella gloriosa etapa, las primeras composiciones de Sylvia Rexach, Rafael González Peña, Paquito López Vidal y, por primera vez, se escucharon los que serían clásicos boleros de los mexicanos Agustín Lara, Gonzalo Curiel, Alberto Domínguez, María Greever, entre tantos más.
Durante el período 1960-1976, en sus facetas de artista exclusivo y director artístico de Mar-Vela, creó la exitosa serie de álbumes Doce canciones y un millón de recuerdos, consistente de nuevas versiones del repertorio que había perpetuado para la RCA Victor con Rafael Munoz y su Orquesta, así como interpretaciones propias de las que, en la misma organización, había estampado su compañero guarachero Félix Castillón y sus sucesores Vitín Garay y Vitín Miranda. Tales volúmenes, reeditados en formato compacto por la empresa Disco Hit durante la década de los ’90, son infaltables en las discotecas de los coleccionistas.

Lo más sorprendente en la vida de «El Príncipe de la Canción Antillana»—calificativo que fue capaz de honrar y enaltecer—es que, hasta aproximándose a los 70 años de edad, cantaba en los mismos tonos que en sus tiempos juveniles y fue capaz de mantenerse activo casi hasta sus últimos días – al momento de su fallecimiehto, apenas le faltaban dos meses para cumplir 90 años de edad – conservando sus facultades vocales en condiciones admirables… ¡tras 75 años de trayectoria artística profesional! Era el segundo cantante más veterano de nuestro país y uno de los de carrera más longeva en Latinoamérica. Tan sólo lo superaba, en este renglón, Ignacio Caraballo «El Guareto», vocalista del Sexteto Borinquen del tresero Mario Hernández, quien se mantiene activo a los 96 años de edad y conserva su voz “como una campana”. Ahhh… su orquesta era de las más que trabajaba en Puerto Rico… sin que necesitara en lo absoluto de aparecer en los viciados Hit Parades.
En breve incluiremos un reportaje mucho más detallado sobre la vida y legado de José Luis Moneró, intercalándole segmentos de las entrevistas que nos concediera. Lo echaremos de menos. 
M.L.O. / KTA
Febrero de 2011.
Por: Miguel López Ortiz