José Yedra, galán estrella de telenovelas
durante los inolvidables años ‘60 y ‘70,
evoca su Época de Oro en Puerto Rico
Por Miguel López Ortiz
KooltourActiva

Es indiscutible que el período 1978-1992, cuando Telemundo / Canal 2 mantuvo su segundo ciclo de producción de telenovelas que inició con Cristina Bazán y cerró con Natalia, resultó sumamente fructífero. Sobre todo, en términos económicos para la empresa y porque, obviamente, significó una época de bonanza para los actores. Durante aquellos tres lustros se levantó una camada de nuevos valores artísticos. Irónicamente, aunque algunas nuevas figuras alcanzaron cartel estelar, concluida aquella etapa desaparecieron del panorama artístico: Millie Avilés y Von Marie Méndez, entre ellas. Otros se mantuvieron en la escena trabajando principalmente en el teatro, mientras que unos pocos correrían con mejor suerte logrando descollar a nivel internacional: Osvaldo Ríos, Adamari López y, específicamente como presentadora, Giselle Blondet.
Sin embargo, nadie conocedor del tema discutiría que, a pesar del éxito que disfrutaron en su momento, las historias que presentaban no demorarían en ser olvidadas. Tampoco que, la verdadera Época de Oro de la telenovela puertorriqueña fue la que abarcó la década de los ‘60. entonces, los capítulos eran de apenas media hora – durante el posterior ciclo serían de una hora (claro, incluyendo el tiempo reservado a pautas comerciales) – y muchas de las producciones que mayor impacto generaron y cuyas historias permanecerían en la memoria colectiva se emitían en los horarios de 1:30-2:00 y 2:00-2:30 de la tarde, cuando gran número de las potenciales telenoveleras se encontraban en escuelas, universidades o en sus centros de trabajo. Como para muestra basta un botón, tres de las telenovelas más exitosas en la historia de la pantalla chica boricua se colocaron en aquellos espacios hoy considerados “poco convenientes” y, tanto sus tramas como hasta los nombres de los personajes se hicieron inevitable: Juan del Diablo – o Corazón salvaje – (1966); La mujer de aquella noche – o Renzo, el Gitano – (1968) y ¿Por qué Dios me hizo quererte? (1968-1969).
Si es un hecho innegable que el galán por excelencia durante aquella ensoñadora época y, sin lugar a la más mínima duda, el más idolatrado de todos los tiempos por sus compatriotas, fue Braulio Castillo, uno de los más admirados entonces fue el cubano José Yedra, quien radicó entre nosotros durante los años 1963-1976. Llegó a Puerto Rico precedido de cierto cartel en su patria, aunque en su faceta de locutor radial y presentador de televisión. Cierto es que había hecho sus pinitos actorales en CMQ TV / Canal 6 y hasta intervino en la película El joven rebelde (1960), pero fue en nuestro País donde se desarrolló como intérprete dramático.
"Amame" José Yedra "Amame"
"Renato D'Autremont"
“Trabajé primero en Telemundo y, si mal no recuerdo, mi primer papel fue uno secundario, de pocos capítulos, en El collar de lágrimas, un clásico de la telenovela original de mi compatriota José Sánchez Archilla que, en la versión boricua fue protagonizada por Gladys Rodríguez, Raúl Dávila y un señor actor cubano irrepetible: José De San Antón. Después, la productora Esther Palés me encomendó personajes de mayor envergadura en Una ventana al Cielo (1965); El retrato de Ángela (1967); Entre el puñal y la cruz (1968) y en varias más… casi siempre como galán villano. Gladys Rodríguez y Martita Martínez fueron mis compañeras en varias de ellas. Martita, por lo general, era la antagonista de Gladys”, nos cuenta José, quien luego de su etapa en Puerto Rico prosiguió su carrera en Miami, Florida.
Antes de triunfar como galán de telenovelas
fue un destacadísimo jugador de voleibol en Cuba.
José Felipe Yedra Cápiro, o «Pepe» ante sus familiares y allegados, nació en la barriada Santos Suárez – donde también vio la primera luz la mítica Celia Cruz –, La Habana, el 1 de mayo de 1936... aunque fue inscrito exactamente un mes más tarde, el 1 de junio, como consta en sus documentos legales. Su primera pasión no fue el arte escénico, sino el deporte. Muy pocos de quienes han seguido su carrera tras haber tomado el rumbo del Exilio conocen el dato de que durante su adolescencia y temprana adultez fue un destacadísimio jugador de voleibol. Al punto de que integró la Selección Nacional de Cuba en Campeonatos Panamericanos celebrados en México (1955 y 1959) y Chicago (1959), así como el torneo de Campeonato Mundial que se realizó en París en 1957. Además, se desempeñó como instructor de Educación Física.
“Una cosa me llevó a la otra. Como tenía buena voz y buena presencia, la agencia publicitaria Sabatés, S.A., me hizo una prueba para ser una de sus voces oficiales en 1957, aunque tuve que pulirme en la Academia de Locución que existía en la Calle 23, en el Vedado, para obtener la requerida acreditación del Colegio Nacional de Locutores. Así entré a este fascinante mundo. En 1959 me surgió la oportunidad de ser locutor comercial del programa El casino de la alegría, de CMQ TV, que era uno de los de mayor rating en Cuba. Una de sus estrellas era Guillermo Álvarez Guedes. Allí se me metió el gusanito de la actuación. Al cabo de un tiempo, también empecé a hacer bolitos, tanto en aquel como en otros espacios de comedias y dramáticos. Pero, mi fuerte seguía siendo la animación. Mi mejor momento en este campo fue cuando sustituí a Manolo Fernández como presentador de Álbum Philips, un programa que era muy exitoso”, recuerda al repasar con orgullo su trayectoria.
De sus experiencias en Puerto Rico no se cansaría de hablar. Resalta sus actuaciones como «Renato», hermano y rival de Braulio Castillo en Juan del Diablo (1966) y el ricachón y acérrimo rival de Daniel Lugo (o el pobre «Natán, el mulato»), a quien pretendía arrebatarle, inútilmente, el amor de la bella heroína que caracterizaba Martita Martínez en ¿Por qué Dios me hizo quererte? (1968). También, haber formado pareja protagónica con la estrella nuevaolera Lissette Álvarez en Siempre tú (1969) que, seguida por La hora 13 (1971) y El alma arrodillada (1973), se originaron en la naciente Rikavisión / Canal 7 en los estudios originales de Telemundo. Para Lissette, aquella novela significó su debut y despedida de este género.
Intervino en cuatro películas puertorriqueñas y se destacó
como presentador de programas de variedades.
“En Puerto Rico tuve participaciones destacadas en las películas Los que nunca amaron (1965); Noches prohibidas (1966); Vírgenes de la Nueva Ola (1967) y Luisa (1970); trabajé en comedias y animé programas de variedades en WAPA TV y en el Canal 11; grabé comerciales y hasta me hice ciudadano norteamericano en 1970. Fue una época maravillosa para mí. Por eso siempre he guardado los mejores recuerdos de esta Isla y de los puertorriqueños”, nos cuenta.
Radicando todavía en San Juan, tuvo ocasión de debutar en el cine mexicano. En la Patria de Juárez intervino en tres largometrajes: Asilo político, Detrás de esa puerta y Entre ricachones y pobretones, rodadas en 1972.
“Mis últimos trabajos en Puerto Rico fueron en La Tremenda Corte con el gran Leopoldo Fernández Salgado «Trespatines» y Aníbal De Mar y como co-anfitrión de Tira y tápate, que Myrta Silva animaba y producía en el Canal 11, de don Ralph Pérez Perry, y como el compinche de «Fico» en la serie humorística Soltero y sin compromiso, que mi compatriota Guillermo De Cun producía y protagonizaba en WAPA TV. Recuerdo que tres muchachas muy bellas y talentosas, Elia Enid Cadilla, Alba Nydia Díaz y Gilda Haddock, iniciaron sus carreras en la televisión integrando el elenco fijo de aquellas comedias”, recuerda nostálgico.
KTA- ¿Cuál fue tu primer proyecto cuando te estableciste en Miami?
“Fui a Miami contratado por WLTV / Canal 23 para protagonizar, junto a Lilia Lazo, la novela Santa Bárbara, que fue la primera serie dramática hispana que se produjo en Estados Unidos. Estando allá, vislumbrando la crisis que se avecinaba para el taller de trabajo en Puerto Rico, acepté la propuesta que me hicieron en el mismo canal para ser ancla de Noticias 23. Allí permanecí hasta 1980, cuando fui contratado como presentador de programas y director de Programación de Miami Visión, en Hialeah, que fue la primera televisora del sistema de Cable en el estado de la Florida. Después, también, trabajé en teleshopers y grabando comerciales para radio y televisión. He hecho de todo en este medio”.
KTA- ¿Has vuelto a Puerto Rico tras tu partida?
“¡Claro! Conservo muchas amistades entrañables entre los boricuas. Ahora mismo deseo presentar algún proyecto para ese público que me hizo sentir como uno de ellos. Ya veré qué se me ocurre”.
Mientras radicó en nuestra patria,
José «Pepe» Yedra estaba casado con la bella actriz, animadora y modelo, también cubana,
Marta Jorge. La boda de ambos aconteció el 1 de octubre de 1960. Frutos de aquel enlace son sus hijas
Marta Elizabeth y María Elena. Algún tiempo después de divorciarse en 1980, contrajo nuevas nupcias. Esta vez con
Dalia Aparicio, su actual esposa
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M.L.O. / KTA.
Mayo de 2011.