
Puerto Rico: tierra de grandes percusionistas
Por Raúl Berríos Sánchez
Con este primer volume de ¡Arriba Santurce, corazón rumbero de Puerto Rico! / Tierra de grandes percusionistas, pretendemos exponer ante las nuevas generaciones, tanto de nuestro país como del mundo, una muestra abarcadora de los músicos ejecutantes de la inmensa gama de tambores que identifica al rico archipiélago antillano, así como de instrumentos de otros orígenes pero pertenecientes a la familia dee la Percusión. Naturalmente, comobien lo sugiere su título, todos boricuas.
Tratándose de un proyecto como este, es de esperarse que el lector interesado en el conocimiento de este tema, de primera intención asuma que nos circunscribiremos a aquellos percusionistas consagrados que, por ser o haber sido líderes de orquestas exitosas o conjuntos estelares, lograron alcanzar sitiales privilegiados en la música afrocaribeña. En el caso de otros, por haber sido solistas excepcionales. Ejemplos: Willie Rodríguez Amador, Humberto Morales, Tito Puente, Willie Bobo, Ray Barretto, Mike Collazo, Rafael Cortijo, Joe Cuba, Luis «Sabú» Martínez, Monchito Muñoz, Manny Oquendo, Joe Pastrana y, entre los más contemporáneos, Charlie Cotto, Tito De Gracia, Endel Dueño, Giovanni Hidalgo, Paoli Mejías, Edgardo Morales, Jimmie Morales y Charlie Sierra.
Efectivamente, sería imperdonable que la biografía de alguno de éstos no apareciera aquí, porque la razón se cae de la mata: ¡son obligados! En gran medida, ellos han inspirado la realización de este trabajo. Sin embargo, el propósito primordial que nos impulsó a darle vida al proyecto que ahora les presentamos es exaltar a los músicos nuestros que, la mayoría de las veces de manera anónima, han cimentado un legado valioso a las diversas manifestaciones musicales aportando el elemento rítmico en todos los géneros, tanto en lo referente al folklore, los fogosos aires bailables caribeños, el jazz tradicional y latino, la onda pop, el rock, bandas sonoras de películas y hasta el campo sinfónico.
También a esos otros, más humildes pero igualmente talentosos, que han desarrollado sus actividades en determinadas regiones de nuestra patria y cuyas figuras están muy vinculadas al movimiento cultural de sus respectivos pueblos. Les aseguramos que muchas de estas biografías sólo existen en este primer gran diccionario de percusionistas puertorriqueños.
Desde las primeras décadas del Siglo 20, a Puerto Rico se le reconoce como cuna de grandes percusionistas, destacados tanto a nivel nacional como internacional, dentro — como apuntamos anteriormente — de una amplia variedad de géneros musicales. Contamos con virtuosos de la batería, los timbales, las tumbadoras (o congas), los bongoes, la marimba, el vibráfono, xilófono, barriles de bomba, panderos de plena y hasta de los idiófonos güiro y maracas. Es una realidad comprobada que, por milla cuadrada, en Puerto Rico existen más percusionistas que en cualquier otra parte del mundo.
A través de los patrones rítmicos de los instrumentos de percusión y sus ejecutantes se han originado los géneros musicales de toda la Cuenca del Caribe. Cabe resaltarse el dato de que, siendo más pequeña en comparación con cualquiera de los continentes, esta es la región más rica musical y culturalmente del planeta. Porque caribeños son la mayoría de los ritmos que han alcanzado trascendencia mundial: bolero, danzón, guajira, guaracha, mambo, cha-cha-chá, pachanga, rumba y son — en torno a estos dos últimos se desarrolló la salsa que, a su vez, fue la materia prima que dio paso a la timba — (Cuba); cumbia, mapalé, porro y vallenato (Colombia); calypso (Trinidad-Tobago); gwoka (Guadalupe); kompa (Haití); reggae (Jamaica); zouk (Martinica); tamborito (Panamá); bomba y plena (Puerto Rico); tumba (Curazao); merengue (República Dominicana) y, entre los de recién surgimiento, el reggaetón, cuya cuna comparten Panamá y Puerto Rico.
Siendo los percusionistas quienes le aportan condimento y forma a la música, es también a través de ellos que podemos reconocer los grupo musicales y el ambiente cultural de todos estos ritmos. En este recuento podemos ver a través de diferentes generaciones de puertorriqueños — abuelos, padres, hijos y nietos — cómo sembraron la semilla y transmitieron el arte de la percusión. Muchos de ellos pulieron sus destrezas convirtiéndose, también, en brillantes arreglistas, compositores y directores de orquesta. Algunos hasta escribieron los primeros métodos y tratados para el estudio de los diferentes tambores.
Este primer volumen de ¡Arriba Santurce, corazón rumbero de Puerto Rico! / Tierra de grandes percusionistas supone un trabajo constante que nunca será concluido. Por tanto, les advertimos que, si de repente, no se topan con la biografía o el dato que desean obtener, es porque su inclusión está en proceso. No porque se nos haya olvidado. Nuestra intención es sacar a la luz un total de tres volúmenes, incluyendo por lo menos un centenar de nuevas biografías en cada uno de los próximos dos y, además, actualizando muchas de las incluidas en esta primera entrega y, si acaso, corrigiendo los errores históricos en que podríamos haber incurrido, pues en trabajos de esta naturaleza muchas veces estos son inevitables. Sobre todo, cuando se trata de músicos de quienes la Prensa nunca se ocupó en su momento y que fallecieron hace largo tiempo. En estos casos, sus biografías tienen que elaborarse a base de retazos y testimonies de contemporáneos que los conocieron, los cuales, con frecuencia, resultan muy difíciles de corroborar. De todas maneras, nuestro interés es brindar a ustedes la información más veraz y, naturalmente, rescatarlos del olvido.
Quienes hemos emprendido esta tarea, Miguel «Mickey» López Ortiz y este servidor, estamos poniéndole mucha pasión. Se trata de nuestra aportación a la musicología nacional y nos hemos propuesto que la misma sea significativa.
De cualquier malla sale un tambor
Así podría decirse de Santurce, el pedazo de tierra más internacional de esta patria. El religioso e historiador español Fray Iñigo Abbad y Lasierra (1745-1813), decía de San Mateo de Cangrejos, nombre original de este populoso barrio sanjuanero: “a distancia de tres cuartos de legua del Puente, siguiendo la costa del mar hacia el Oriente, está el pueblo de Mateo de Cangrejos, cuyos habitantes son negros que se han liberado de la esclavitud”. Hoy podemos decir: “a dos o tres minutos del Puente Dos Hermanos, siguiendo la Avenida Baldorioty, la Ashford o la Fernández Juncos, está el sector Santurce, cuyos habitantes son un crisol de razas y nacionalidades que quieren liberarse de la esclavitud de la pobreza y la violencia. El 59 porciento de su población vive bajo los niveles de pobreza”.
Santurce, el antiguo San Mateo de Cangrejos, fue convertido en pueblo independiente desde 1773. Capital de Cimarrones, es hoy un complejo sector urbano cuya población total representa el 21 porciento total de San Juan. Cuenta con una superficie urbana de 3,257 cuerdas. Colinda al Norte con el Océano Atlántico; al Sur, con el Caño Martín Peña; al Este, con la Laguna San José y los Corozos y, al Oeste, con la Bahía de San Juan.
Durante el período colonial y hasta el Siglo 19, Santurce constituía el sector más poblado fuera de las murallas del Casco de San Juan por ser la ruta terrestre que comunica la isleta sanjuanera con la tierra firme. Tiene desniveles topográficos que van desde el nivel del mar hasta los 32 metros de altura. Es una península cruzada por una cadena de cinco colinas orientates de Este a Oeste: Alto del olimpo, Alto de la Ollería, Alto de Lastimer, Alto de la Iglesia y Alto de Ubarri. Los terrenos bajos al lado de las lagunas y canales eran ciénagas y bosques de mangles que fueron sustituyéndose por casitas de tablones y techos de zinc.
Aquí, a la menor provocación, desde Playita hasta Shangai, desde la Calle Calma hasta Ocean Park, cualquier pretexto es bueno para formar un rumbón o, como decía Ismael Rivera, nuestro Sonero Mayor, «la rumba no se provoca». San Mateo de Cangrejos, litoral de arena, sudor, fuego y bongó. Cangrejo de callejones como laberinto que hoy, en pleno Siglo 21, sigue siendo guarida de cimarrones, ahora urbanos, dominicanos esperanzados y gente pobre que sale de Barrio Obrero, como joyas de una Cantera y como corales de una Playita. Pobres del barrio más grande de una ciudad capital pobre, de una isla pobre en el Caribe pobre. Pero, sin lugar a dudas, Santurce es la jueyera más caliente que país alguno pueda tener.
Aquellos inicios de fundación por negros cimarrones de las islas caribeñas - francesas, holandesas e inglesas - sigue teniendo repercusiones en su realidad actual con una población multiétnica y multicultural. El 27.4 de su población total son extranjeros. Esa mezcla, lejos de diluirlo, lo sigue enriqueciendo. Hoy son otros los que pueblan y recrean a Santurce convirtiéndolo en la casa grande de todos.
El primer volumen de esta publicación - pues ya está en proceso el segundo - recoge la aportación de grandes percusionistas, músicos, poetas y locos cuyo espacio vital es es, ha sido y seguirá siendo Santurce. Muchos nacieron o se criaron en este suelo, mientras otros, en determinadas etapas de sus vidas, manifestaron sus talentos desde este pedazo de patria. Pero todos recibieron aquí el barrunto rítmico de la clave, el tambor, el soneo y el rumbón.
Quién es quién en Santurce y de qué cuero sale más rumba, de eso se trata este trabajo de musicología. Fotos y biografías, en muchos casos acompañadas con las correspondientes discografías de los músicos incluidos, van trazando la ruta de este Santurce rumbero y cimarrón. Un gran espejo para que todos nos veamos y reconozcamos lo que hemos hecho a lo largo del tiempo con la sangre heredada y con el (in)genio azucarado de nuestra historia.
En torno al autor, Miguel «Mickey» López Ortiz

Miguel «Mickey» López Ortiz es un veterano periodista especializado en el ambiente del espectáculo, coleccionista e historiador de la música popular. Autodidacta. Escribió sus primeras crónicas a la edad de once años. Su trayectoria periodística tuvo como punto de partida su experiencia como integrante del equipo de redactores del periódico El Gorrión, que se editaba en San Sebastián del Pepino — pueblo donde se crió — (1972-1977), aunque ya radicaba en San Juan. A aquel rotativo aportaba reseñas, pequeñas entrevistas y mantenía la columna de corte farandulero Desde mi palco que, en determinados momentos, se identificó como Enfocando las estrellas.
Seguidamente, se vinculó a la Redacción de la revista Artistas, que Josantonio Mellado Romero acababa de fundar. Pronto le fue encomendada la dirección de esta publicación, cuyas oficinas ubicaban en el sector santurcino de Miramar, siendo igualmente su principal reportero. A lo largo de sus dos décadas frente a Artistas, entrevistó innumerables estrellas latinoamericanas de la música, el cine y la televisión, tanto figuras del momento como legendarias. Muchas de estas entrevistas las realizó en Nueva York, Miami, México, República Dominicana y España. En el interín, fue corresponsal o colaborador habitual de varias publicaciones extranjeras: Billboard en Español (Nueva York, 1979-1982); Carisma (Nueva York, 1982-1983); Réplica (Miami, 1981-1983); Luces (México, 1982-1985); Estrellas (Ecuador, 1982-1985); Sabor a Salsa (Cali, Colombia, 1992-1993) y Onda Latina (Chicago, 1998-2000). Sus artículos y entrevistas también se hicieron presentes en rotativos regionales y en la Prensa nacional, especialmente El Vocero y en el suplemento En Rojo, del semanario Claridad. Por su labor periodística ha sido objeto de una veintena de reconocimientos, entre ellos el Agüeybaná de Oro (1983); Premio Paoli — en las categorías de Periodista de Farándula y Comentarista de Discos — (1991 y 1993); Guachupita de Oro (Santo Domingo, RD, 1991); La Rama Dorada de la Cámara Junior (1992); Premio Encuentro (1994), etc.
KTA / diciembre 2014
