Este puertorriqueño (n. en Carolina, marzo 13, 1895 – m. en Santurce, noviembre 18, 1977) se destacó como poeta, multi-instrumentista, compositor y profesor de música. Sólo le bastó una obra, Dinga y mandinga (1942), para que la crítica literaria lo colocara al lado del insigne Luis Palés Matos (1898-1959) – autor de Tuntún de pasa y grifería (1937) – como uno de los dos grandes cultores de la poesía negra en Puerto Rico y entre los más importantes de las Antillas. Sus poemas, cargados de picardía e ingenio, cobraron trascendencia a partir de 1938 declamados por un recitador excepcional: Juan Boria (1905-1995), quien no sólo los paseó internacionalmente, sino que también perpetuó muchos de ellos en dos discos de larga duración.
Otros notabilísimos declamadores, como los también boricuas Mario Cox, Neftín García y, durante los últimos años, Julio Axel Landrón, al igual que los cubanos Luis Carbonell y Eusebia Cosme, incluyeron poemas suyos en sus respectivos repertorios. Por otro lado, el titulado Y tu abuela, ¿aónde tá?, musicalizado por el ponceño Domingo «Mingo» Colón Surís en ritmo de afro-son, constituyó uno de los primeros éxitos de Ruth Fernández cuando esta gran cantante recién emprendía su carrera formando parte de la orquesta que aque dirigía: Mingo & His Whoppie Kids (RCA Victor, 1940).
Fernando Fortunato Vizcarrondo estudió música desde niño bajo la tutela del venerado Manuel Barasoaín Julbe. Durante su juventud integró orquestas y conjuntos en los que ejecutaba instrumentos de viento. Paralelamente, ejerció el Magisterio en escuelas públicas de Carolina y Río Grande durante una década. Después y, a lo largo de 36 años, trabajó como cartero. A principios de los ’60, a raíz de la inauguración del Conservatorio en Hato Rey, amplió sus conocimientos musicales en esta institución. Tras su jubilación del Servicio Postal, se convirtió en Maestro de Música, habiendo ejercido la enseñanza en Río Grande, Vieques y, finalmente, en su natal Carolina, donde dirigió la Banda Municipal. Para esta organización aportó buen número de composiciones, entre boleros, danzas, danzones y pasodobles.
Sin embargo, jamás abandonó su vocación poética. También publicó Primavera y otoñales (1961) y Sonetos puertorriqueños (1968), este último, junto a Evaristo Ribera Chevremont y Guillermo Gutiérrez Morales. Estas obras no son de versos negros, sino románticos. Además de los recogidos en Dinga y mandinga, creó gran cantidad de poemas en esta línea, muchos de los cuales entregó a su fiel intérprete y amigo Juan Boria. Pero, hasta el presente (2009) no se habían recopilado en un libro ni incluidos en alguna antología.
Minado por la diabetes, este ilustre puertorriqueño falleció en el Hospital Presbiteriano, en Santurce, el 18 de noviembre de 1977. Algún tiempo más tarde, el Auditorio del Archivo y Centro de Investigación Histórica de Carolina fue bautizado con su nombre.