El legendario Toribio (1897-1970):
¡El mejor güirero boricua
de todos los tiempos!

 

 

 

 Patricio «Toribio» Rijos Morales (n. en Cataño, noviembre 28, 1897 m. en Santurce, junio 27, 1970) pasó a la historia de la música puertorriqueña como el mejor ejecutante del güiro durante el Siglo 20. En el ambiente artistico se le presentaba como «El Rey del Güiro», calificativo que, indiscutiblemente, fue capaz de honrar, pues no hubo otro güirero que le hiciera sombra. Y conste que, durante su época de mayor actividad, hubo muchos que eran buenísimos.

Negro, analfabeto y muy humilde. Se crió en el sector Ballajá del Viejo San Juan. Comenzó a practicar su instrumento durante la infancia. En 1914 se unió a la Banda Municipal que entonces dirigía Manuel Tizol Márquez. Posteriormente, perteneció al conjunto típico del cuatrista Juan Cotto, al Grupo Aurora de Ladislao «Ladí» Martínez y colaboró, de manera intermitente, con muchas otras formaciones.

En 1931, Toribioviajó por primera vez a Nueva York integrando el grupo de Manuel Jiménez «Canario». Desde aquella época fue acompañante habitual de la mayoría de los trovadores reconocidos del país. Especialmente Chuito el de Bayamón, Chuito el de Cayey, Juan Inés Aponte «Juaniquillo», Germán Rosario, Natalia, Adela Hernández, Juan Rivera, BaltasarCarrero, ErnestinaReyes Vázquez «La Calandria»y los hermanos Florencio «Ramito», Juan «Moralito» y Luis Morales Ramos. Con casi todos ellos grabó y viajó a Nueva York para actuar en los teatros hispanos y en la radioemisora WHOM 1450 AM. Con Chuito el de Bayamón también viajó a Santo Domingo y a Saint Thomas.

Impresionado ante su gran dominio del güiro, en 1950 el prestigioso músico Arturo Somohano no dudó en incorporarlo a la Orquesta Filarmónica de Puerto Rico que acababa de fundar. Así Toribio se convirtió en el primer güirero boricua que figuró en una organización musical de tan elevada envergadura, habiendo permanecido en su nómina hasta el final de sus días. Durante la década de 1960 participó en numerosas competencias de güireros y siempre resultó ganador. ¡Jamás perdió una! Hacia 1965, el sello Alcázar le editó un álbum para perpetuar su virtuosismo: Pregones y música del Viejo San Juan (ALC-629), en el que es acompañado por un conjunto dirigido por el maestro Somohano.

Poco después de su fallecimiento, se develó el busto que evoca su figura en la Plazoleta del Viejo San Juan.
M.L.O. / KTA B.
Diciembre 22 / 2000.